¿Te gustaría que tu pareja te mirase como el primer día? ¿Te dijera cosas bonitas? ¿Provocativas? ¿O incluso que te agarrara el culo con muchísima pasión sin previo aviso? Si has respondido que sí a la mayoría de preguntas debo decirte que no estás sola.
Querer sentirse deseada por tu pareja es una de las demandas más habituales en terapia de pareja. El querer retomar esa pasión, revivirla, cuidar de la relación. Así que, si te lo estás planteando, ten presente que es más común de lo que puedas pensar de primeras.
Aquí, voy a contarte qué es lo que suele suceder y cómo podemos abordarlo. Eso sí, recuerda echar un vistazo a los artículos comunicación en pareja y expectativas en la relación, porque ambas situaciones son las que dan lugar a este problema.
Quiero sentirme deseada por mi pareja. ¿Es normal?
Lo primero que quiero decirte es que sí, es completamente normal querer sentirse deseada por tu pareja. Si tú has elegido a una persona para compartir tu vida lo lógico es que quieras que te seduzca, te provoque, te busque… No solo que compartáis vida diaria, sino que sea un compañero de aventuras tanto rutinarias como novedosas.
Por supuesto, no estoy diciendo que os vayáis directamente a un Club Swinger ni a hacer un trío. Estamos hablando de que entre los dos os podáis divertir, encontréis ese juego que tanto necesitáis y, que esa conexión íntima, resurja.
¿Es habitual en una pareja dejar de seducirse?
Cuando realizo terapia de pareja este es un tema bastante habitual. Nos podemos encontrar dos extremos: por un lado, que la pareja esté todo el día diciendo que es muy guapa, que es maravillosa, que tiene un cuerpazo; y, el otro, aquel en el que directamente lo da por hecho y no necesita nada más.
¿Hay uno mejor que otro? Lo cierto es que no, aunque de primeras te pueda parecer que el primero sea el correcto. Todo depende de la personalidad de tu pareja. Si estás con alguien reforzante o si estás con una persona que es más tranquila, que prefiere la rutina y que todo siga igual que siempre. Quiero dejar claro que ni un punto ni otro están bien o mal. Todo depende de cómo sea cada relación.
En la primera situación, la pareja podría sentirse agobiada de tanto refuerzo, no llegar a creérselo, invalidarlo o restarle importancia. En la segunda, podría ser que empieces a cuestionarte si realmente la relación vale la pena, si todas son así o si es que tu novio/marido está empezando a perder el interés en ti.
Lo que está claro es que todas estas sensaciones y emociones que estás teniendo hay que transmitírselas a él para que pueda entenderte también. Si no, seguirá teniendo la misma conducta y tú seguirás sintiéndote insuficiente.
¿Qué hay detrás del “quiero sentirme deseada por mi pareja”?

Detrás de estas palabras hay dolor, hay inseguridad, hay una herida. Es necesario darle espacio y cabida a este sentimiento, no invalidarlo y decirle “¡pero si ya sabes que me gustas!”. No. Hay que cuidar a la persona.
Por tu parte vas a necesitar terapia individual para profundizar en todo lo que te está despertando esta situación. Es probable que necesitemos ver los patrones familiares, creencias externas o internas que puedan haber surgido a lo largo de tu vida e incluso, volver a conectar con tu niña interior. Es probable que hay muchas cosas pendientes que se han ido tapando a lo largo del tiempo o se han ido obviando para poder sobrevivir.
Quiero decirte que puedo acompañarte en ese camino, no vas a estar sola. Este proceso tiene sus partes bonitas, con mucha luz, pero tiene sus momentos dolorosos. Para poder llegar a esa liberación emocional necesitamos transitar las sombras. Estas sombras tienen un poder de sanación excepcional.
Una vez tú seas consciente de ellas, podremos liberarlas e integrarlas, llegando a sentirte muchísimo más tú. No dependerás tanto del refuerzo externo y por ti misma, sin necesidad de nada más, te sentirás a gusto.
Es un proceso sumamente maravilloso que, si eres tan valiente de transitarlo, te traerá muchísimo alivio a tu día a día.
¿La terapia de pareja funciona realmente?
Esta es una pregunta tan interesante como necesaria. Quiero que tengas presente una cosa: hay que cuidar a quién necesita sentirse deseada, pero también hay que cuidar a la otra parte. Sois dos en la ecuación y ambos tendréis aspectos en los que profundizar.
Por lo tanto, necesitamos hacer terapia de pareja para que tu compañero sea consciente de tu dolor, pero también es primordial que la hagamos para conocer su parte sin invalidarla.
Una vez tengamos la sesión conjunta, él tiene que decidir libremente si está dispuesto a poner de su parte. ¿Por qué digo esto? Porque me he encontrado hombres en consulta que no están dispuestos a cambiar un ápice y si no están dispuestos, la terapia no va a conseguir nada.
Para comenzar este proceso ambos debéis estar dispuestos, accesibles y abiertos a profundizar en cómo os sentís, qué necesitáis individualmente e ir trazando poco a poco ese camino conjunto para un bien común. Habrá algunos puntos que os resulten sumamente fáciles de tratar, que os gusten, os liberen y otros que tengamos que adaptar a vuestras circunstancias personales.
También es conveniente que tengas presente que si tu pareja no es reforzante no va a pasar de 0 a 100. ¿Por qué? Muy sencillo: si de repente fuese un 100 esa conducta no sería realista y no se mantendría en el tiempo. En cambio, si hablamos de un 30, un 40 o incluso un 60, te aseguro que puede ser factible si realmente quiere hacerlo.
Te pongo un ejemplo sencillo con el deporte: si necesitas hacer deporte, pero no te gusta, no vas a realizarlo cinco días de siete, ni siete de siete. Lo llevarás a cabo dos o tres a la semana, con mucho esfuerzo y consciencia. Lograrás implementarlo en tu rutina a pesar de que no sea tu naturaleza inicial. Y, esto mismo, es lo que sucede con el refuerzo y la validación por parte de tu pareja.
Por lo tanto, si realizáis terapia de pareja online quiero que tengáis claro qué podemos conseguir y qué no.
He tenido parejas maravillosas en terapia, ambas partes dispuestas súper abiertas y decididas a que la relación funcionase que, en poco tiempo han conseguido cambios. A día de hoy, igual vienen una vez cada dos o tres meses para revisar alguna situación o profundizar más en cómo se sienten. Incluso, han llegado a venir a los retiros de pareja que hacemos en nuestro hogar, en la costa de Lugo, en Galicia.
Otras, han necesitado más tiempo para ser conscientes o han necesitado trabajar más aspectos a nivel individual antes de poner atención a lo conjunto. Incluso, han llegado a venir a terapia cuando ya estaban bien para seguir manteniendo esa conexión sin perderse en la rutina del día a día.
Y, otras, muy muy pocas, no han querido ser flexibles en la demanda de su pareja, por lo que han tenido que seguir juntas aceptando lo que era o lo han dejado.
Quiero mencionar que son muy pocas porque normalmente cuando llegáis a terapia de pareja conmigo soléis tener voluntad en el cambio, en querer tomar consciencia y en revisar patrones o conductas de las que hasta ahora no erais conscientes.
Las parejas que sienten que su comunicación ya es buena o que prefieren no profundizar no suelen ir a terapia. Muchas veces, creen que ‘la vida es así’ y están conformes con su forma de relacionarse sea como sea.
¿Cuándo es el mejor momento para ir a terapia de pareja?
Siempre que se me pregunta suelo decir que el mejor momento para venir a terapia de pareja es al inicio, cuando todo parece maravilloso. En este punto es cuando solemos ser más flexibles y estamos abiertos a conocer los patrones, necesidades, creencias y emociones de nuestra pareja.
Una vez conocemos cómo ha sido su vida y la nuestra, podemos trazar caminos conjuntos siendo más amables, comprensivos y conscientes.
Si bien, nunca es tarde si hay voluntad, ganas y queremos de corazón seguir con nuestra relación. Llegado a un punto de consciencia y de evolución en la terapia, vamos a necesitar dejar las cargas, los reproches, las quejas y el pasado. Solo así podremos comenzar un camino centrado en el presente y en el futuro de la pareja.
Recuerda: las relaciones con los demás son grandes maestros que nos muestran nuestras propias heridas para que podamos trabajar en ellas.