Muchas veces pensamos que ir a terapia de pareja significa que la relación está rota o que ya no tiene solución. Nada más lejos de la realidad. La terapia de pareja no es el “último recurso”, sino una herramienta de cuidado y prevención, igual que cuando vamos al médico a hacernos un chequeo o al gimnasio para fortalecer el cuerpo.
Además, me gustaría decirte una cosa, yo siempre digo que una relación debe ir a terapia al comienzo. ¿Por qué? Porque es el momento que estamos más abiertos y dispuestos a escuchar al otro.
En consulta me encuentro a menudo con parejas que llegan cuando ya están al límite, agotadas, sin energía ni ilusión. Y, en la mayoría de los casos, me dicen la misma frase: “Ojalá hubiéramos venido antes”. De ahí que insista en que no lleguéis cuando tenéis infinidad de problemas. No los metáis debajo de la alfombra. Necesitamos crear puentes de unión cuando aún hay ganas, fuerza e ilusión.
A continuación, te presento los 7 indicadores de que necesitas terapia de pareja.
Indicadores de que necesitas terapia de pareja
Hoy voy a compartir contigo 7 indicadores de que necesitas terapia de pareja. Son señales que, si las detectas a tiempo, pueden ayudarte a reconducir vuestra relación, recuperar la conexión y volver a disfrutar de la vida en común. Por favor, te lo pido personal y profesionalmente, no vayas a terapia como único salvavidas.
Y, si decides venir, ten presente tener buena voluntad, apertura, flexibilidad y ganas de estar con tu pareja. Puedo ayudaros muchísimo, pero necesito de esta motivación para seguir adelante. Si vosotros venís con predisposición, ya tenemos mucho camino recorrido. Te lo aseguro.
1. La comunicación se ha vuelto imposible
Una de las primeras cosas que observo en terapia de pareja es cómo la comunicación se llena de reproches, gritos o silencios eternos. Ya no se habla para compartir, sino para discutir. Además, una premisa que me encuentro constantemente: ambos sentís que el otro os quiere atacar o que os mira mal.
Imagínate, llegas a casa y, en lugar de contarte cómo fue el día, lo único que aparece son frases cortas, secas, ganas de meterse en cama. Es decir, se huye, se evita, se escapa. A penas se pasa tiempo con la pareja y/o con los hijos/as. En otros casos, lo que me encuentro en sesión es que solo hablan de “gestión de la casa”: quién hace la compra, quién recoge a los niños, quién paga las facturas. Ambas partes reprochan que el otro «no haga más», «esté cansado/a» o «no tenga tiempo».
Es decir, las partes implicadas quieren «ganar» la batalla y no comprenden a la otra. Así que, como conclusión, no se comunican.
2. La intimidad, emocional o sexual, está ausente
En terapia de pareja veo a menudo parejas que dicen convivir como compañeros de piso. Comparten techo, pero no hay complicidad, apertura o amabilidad.
Los besos de “buenos días” o el abrazo al llegar a casa se vuelven automáticos o incluso, inexistentes. La sexualidad desaparece o se convierte en algo rutinario, sin chispa, sin juego. Lo hacen porque «tienen que» hacerlo. El «tener que» es de obligación en psicología. Cuentan cuántos días o semanas llevan «sin hacerlo» y piensan que «ya toca» y deben cumplir.
Me gustaría que tuvieras presente que la intimidad no es solo sexo: es sentirse vista, deseada, querida. Si esa conexión se ha perdido, la relación empieza a marchitarse. Te recomiendo leer el artículo de «quiero sentirme deseada por mi pareja«.
3. Todo se convierte en motivo de discusión
¿Te suena eso de discutir por cosas pequeñas que, en realidad, no tienen importancia? Que si quién deja los platos en el fregadero, que si el otro tarda mucho en arreglarse, que si siempre estás con el móvil y no lees ningún libro.
Lo que me encuentro en consulta es que esas pequeñas discusiones esconden algo más profundo: falta de reconocimiento, sensación de injusticia, cansancio acumulado. Cuando el vaso está lleno, cualquier gota lo desborda. Nada vale, nada llega. Es como un pozo sin fondo. Todo es motivo de frustración, queja o reproche.
Si la mayor parte del tiempo lo pasáis enfadados o discutiendo por detalles, es un indicador claro de que hay algo más de fondo que conviene trabajar. Además, hay que tener presente que la carga de la casa y del trabajo no pueden recaer de un mismo lado. Últimamente me encuentro muchos casos en los que una parte hace más que la otra, pero ambas sienten que hacen muchísimo.
Es necesario que, en vez de mirar hacia el otro, reflexionemos sobre nosotras o nosotros mismos. ¿Qué estamos haciendo por nuestra parte? ¿O qué hemos dejado de hacer?
Por favor, recordad que sois un equipo, no un bando contra el otro.
4. Te sientes más cómodo/a fuera de casa que dentro
Otra señal que aparece en consulta es cuando una de las personas me dice: “Prefiero quedarme más tiempo en el trabajo” o “Me siento mejor quedando con mis amigas que estando en casa”. Si buscas cualquier excusa para no compartir tiempo con tu pareja como apuntarte a más planes, más actividades, quedarte más tiempo con el móvil o con la tele… es un problema. También lo es si no propones planes, no muestras interés hacia la otra parte.
Si uno tira siempre del carro, se agota. Es necesario que ambas partes propongáis, digáis qué os apetece. No hace falta un gran plan. Por ejemplo, puedes proponer salir a dar un paseo, tomar un café, ir a ver una peli al cine. Con pequeños gestos logramos más que buscando algo grandilocuente.
El hogar, tu casa, debería ser un lugar de refugio y conexión, no un lugar lleno de tensión y malas caras.
5. Proyectos de vida en direcciones opuestas

En consulta me encuentro con parejas que no saben si quieren lo mismo: mudarse o quedarse, tener hijos o no, ahorrar o disfrutar del presente. Uno habla de “cuando tengamos una casa más grande” y el otro responde con un silencio incómodo porque ni siquiera quiere pensar en hipotecarse. Esto es la falta de comunicación.
La persona que tiene miedo a hipotecarse no se lo quiere decir a la primera, porque sabe o siente que le va a parecer mal. Que le va a decir «es que no quieres compromiso».
Debemos partir de la premisa de que somos diferentes. Todos tenemos miedos, sueños, inquietudes y necesidades.
Muchas veces pensamos que «avanzar» es casarse, comprar una casa o tener hijos. Esto no es verdad. Cada persona puede tener sus ideales de «qué es avanzar». Para una persona puede ser vivir en libertad alquilando en un sitio, mudándose. Otra puede sentir que para ella es comprar una casa de forma conjunta. Algunas personas prefieren comprarlo de forma separada. Todo es válido y todo es lícito.
Si bien, recuerda la frase de Rousseau, «la libertad de uno acaba donde empieza la del otro«. Necesitamos comprender a la otra parte, no imponer nuestra visión. En la flexibilidad es dónde encontraremos la respuesta y comenzaremos a construir puentes entre ambos.
6. Hay heridas no cerradas
Puede haber heridas dentro de la relación de pareja. Reproches, temas tabú, mentiras, ocultismos… Esto es importante traerlo a la luz para poder trabajarlo, liberarlo e integrarlo. De nada nos sirve seguir reprochando aquella situación de hace 3 años. No. Así no podemos trabajar. Es necesario hablar de ello, decir lo que se tenga que decir de forma asertiva y luego, transitar hacia delante.
No obstante, en este punto me gustaría hablar de las heridas de la infancia. Todas las personas tenemos nuestra mochila, más o menos llena. Es importante que cada persona mire su ombligo, reflexione sobre su vida, vaya a terapia de forma individual sobre ella. Ahí es cuando descubres quién realmente eres. Por qué te duelen ciertas cosas y a tu pareja no. La terapia trae a la luz muchas cosas. Lo que yo hago en terapia individual contigo es bucear en esas sombras para poder integrarlas, valorarlas, validarlas y darles el espacio que realmente se merecen.
Piensa que todos nos relacionamos como niñas y niños pequeños. Nos duele que nos hayan abandonado, no querido, rechazado. Todo esto lo trasladamos a la pareja que, muchas veces no tiene ni idea de qué nos sucede. Es más, te pondré un ejemplo. Una pareja de terapia que ella se siente sumamente sola, incluso estando con personas físicamente. Él no lo entiende, no puede comprenderlo. ¿Por qué? Porque él no lo ha vivido nunca. Él es feliz solo y con gente, simplemente «estando». Ella, por su infancia, siempre se ha sentido sola. Aquí necesitamos poner atención en que él la pueda comprender y en que ella libere ese dolor tan integrado. Normalmente con terapia de regresión.
7. La desconexión es mayor que la conexión
La sensación suele ser de apatía, tristeza, rabia, frustración o todas mezcladas.
No recuerdan cuándo pasaron tiempo de calidad, se fueron de viaje juntos, se rieron, se despreocuparon de la casa o las tareas… ¡No recuerdan cuando VIVIERON! Es que la vida claro que tiene obligaciones, subidas y bajadas, pero también tiene momentos maravillosos.
Mi trabajo en terapia de pareja es precisamente ese. Tratar de integrar todo lo vivido, buscar los comienzos, los buenos momentos. Poner intención en dedicarse tiempo de calidad, atención, cuidado, diversión. Eso sí, lo que te comentaba a lo largo de este artículo: necesitamos predisposición, ganas.
Cuando la relación llega a un punto en el que prefieres no estar con esa persona es muy probable que ya no tengamos nada que hacer. Así que, por favor, ve a terapia de pareja antes de llegar a ese punto de no retorno.
¿Qué hacer si te reconoces en alguno de estos indicadores?
Lo primero es quitarte la idea de que acudir a terapia significa fracaso. Al contrario: significa que te importa tu relación y que quieres cuidarla, que tienes intención.
En consulta online acompaño a muchas parejas que llegan con estas señales y, poco a poco, descubren nuevas formas de comunicarse, de mirarse, de reconectar. No es un proceso mágico ni instantáneo, pero sí profundamente transformador.
Y si además quieres disfrutarlo en el «aquí y ahora», me gustaría invitarte a nuestro retiro de parejas en Galicia, del 24 al 26 de octubre de 2025. Será el último del año, y es una oportunidad para parar, reconectar y dedicaros un fin de semana entero a vuestra relación, sin obligaciones ni pantallas.
Si te resuena, puedes escribirme y te cuento más. Y si todavía no es el momento, al menos quédate con esta idea: la pareja no se cuida sola, hay que alimentarla cada día.
Cuéntame en comentarios o por mensaje privado a Instagram : ¿Te has sentido identificado/a con alguno de estos indicadores?