¿Son buenas las expectativas sobre mi pareja?

Como os comentaba en el artículo anterior sobre la comunicación de pareja, las expectativas suelen ser otro mal común. Pero, […]

Como os comentaba en el artículo anterior sobre la comunicación de pareja, las expectativas suelen ser otro mal común. Pero, ¿Qué sucede con ellas?

Solemos creer que la otra parte de la relación tiene que cumplir con lo que tenemos en nuestra mente. Es decir, si nosotras queremos una declaración hiper romántica, un te quiero todos los días, que revisen el polvo cada semana o que recojan su ropa al acabar la ducha, ellos deben cumplirlo. Y no, no siempre funciona así. Por supuesto, ellos también tendrán sus expectativas sobre ti. Lo habitual, o lo que más me he encontrado en terapia es lo siguiente. Buscan en sus parejas que sean comprensivas, que su deseo sexual sea similar, que sean activas, que no discutan y vivir en una especie de enamoramiento idílico que no suele existir. Puedes pensar que si no manifiestas lo que quieres no se cumplirá. Aquí, tienes razón, pero vayamos por partes.

expectativas sobre mi pareja

Cómo afectan las expectativas a la relación de pareja

Las expectativas sobre tu pareja no son buenas. Tenlo presente. Esto da más dolores de cabeza que otra cosa. Por un lado, tú tienes la versión ideal de lo que te gustaría tener en tu relación de pareja. Por el otro, tenemos la realidad. ¿Cuál es el objetivo en la terapia de pareja? Llegar a puntos de acuerdo, promover esas íntimas conexiones que previamente os unieron y lograr que seáis un equipo. No quiere decir que estés todos los días quejándote, ni reprochando, ni recordando qué está haciendo mal el otro. Es bueno tener ratitos para conversaciones incómodas, pero hay que poner atención en vuestro estilo de comunicación. Si tú eres agresiva y él es pasivo (el tándem habitual en terapia o el que me suelo encontrar) lo único que generaréis será malestar. Uno reprochará, el otro huirá. La primera parte se sentirá incomprendida, no escuchada, invalidada. La segunda sentirá exactamente lo mismo, con otras conductas.

¿Cómo podemos crear puentes de unión?

Partiendo de cómo sois cada uno. Para ello necesitamos realizar terapia individual, conocer vuestros patrones, vuestros miedos, creencias, cómo os han educado de pequeños. Esto nos dará una base para entender cómo os relacionáis con la pareja en la etapa adulta.

Habitualmente buscamos en la otra parte un refugio, un consuelo, un apoyo, un partner in crime con el que compartir aventuras y anécdotas. Necesitamos tener claras cuáles son vuestras necesidades dentro de la relación, que cada parte las comprenda y, a partir de ahí, ir construyendo poquito a poco.

¿Qué sucede si uno se queja y el otro está a gusto?

Esta es una pregunta que me tienen hecho varias veces en terapia. Si una parte no está contenta lo habitual es que la otra no lo esté tampoco, aunque no sea consciente. Cuando empiezas a rascar un poquito, sale todo a la luz. Inconformismo, inseguridades, malas palabras…

Quiero que tengas presente una cosa: no vamos a cambiar a tu pareja. Tu pareja es la que es, tú eres cómo eres. Ambos os habéis elegido. Lo que podemos hacer es llegar a puntos de acuerdo, modificar ciertas conductas, ser más conscientes y tratar de que os habléis lo más amable posible.

Te pongo un ejemplo práctico, el de Carla y Rodrigo, en mi libro 9 Claves para la Vida encontrarás más casos de consulta. Carla está harta de que Rodrigo esté agotado todo el tiempo debido al trabajo. Pasa muchas horas allí y al llegar a casa no hace ninguna tarea ni quiere realizar un plan juntos. Rodrigo solo quiere descansar, coger el móvil o encender la tele y evadirse del mundo. Él te dice que “todo está bien” que la quejica es ella. Lo que no entiende es que Carla se siente muy sola. Ella tiene su trabajo, los hijos y la casa. Quiere tener ratitos de calidad con él. Trata de buscar y sacar energía de dónde sea para poder llevarlo todo con una sonrisa. Rodrigo no es capaz de verlo, porque siempre ha sido así. La diferencia es que Carla se ha dado cuenta de que no quiere este tipo de relación.

Cuando Carla se casó con Rodrigo se creó una serie de expectativas sobre él. Era un chico muy activo, le encantaba el deporte, trabajaba, salía de fiesta, no paraba. Con los años, los niños y el trabajo, fueron distanciándose cada vez más y ese chico activo dio paso a uno más serio, reservado y cansado. Rodrigo reconoce en terapia que “se ha dejado ir”. Actualmente no se cuida, no se prioriza, a penas queda con sus amigos y en casa no hace nada, porque cuando hace “nada está bien”.

Aquí Carla necesita aprender a ser flexible cuando Rodrigo haga alguna tarea y él necesita comenzar a poner foco de atención en sí mismo. Primero comenzar a cuidarse, a encontrar esa motivación por la vida que tanto le falta y, después, poner foco de atención en la relación.

¿Es fácil satisfacer las expectativas de los demás?

Creo que todas sabemos la respuesta a esta pregunta. Es imposible cumplir o superar algunas de ellas. Lo más importante en estos casos es poner atención a qué necesitamos, cómo nos sentimos, qué podemos hacer individualmente para mejorar.

Cuando una persona se va apagando poco a poco, como es el caso de Rodrigo, se va metiendo en una depresión. Se convierte en un ser de color gris. La vida lo arrastra. Y, querida amiga, cuando la vida te arrastra y tú te dejas llevar como si no tuvieras voluntad, tenemos un gran problema. Piensa que la vida siempre te va a exigir más, pero que la esencia reside en la naturaleza, en los ritmos, en los tiempos, en disfrutar también.

Sé que hay muchas exigencias en la etapa adulta. Carla lo sabe. Carla está absorta en el “hacer, hacer, hacer”. No vive, no disfruta, no se relaja. Ambos necesitan soltar, delegar, permitirse reír. Igual consiste en organizarlo todo de otra forma: hacer un poquito cada día, contratar a una persona en casa, ordenar entre todos, reírse, gastarse bromas y programar entre todos un día de juegos de mesa.

¿Cuál es el mejor momento para ir a terapia de pareja?

terapia de pareja

Siempre que me hacen esta pregunta contesto lo mismo: al principio de una relación. En este punto de vida no hay cargas, no hay malos entendidos, no hay creencias, no hay mochila. Es un momento idóneo para conocer, aceptar y comprender a la otra parte. Aquí podemos crear esos puentes de una forma más amable, sencilla y abierta. También es verdad que poca gente es consciente de esto. La mayoría de parejas que vienen a terapia llevan años arrastrando preocupaciones, creyendo que ellas mismas podrían solucionarlo. Craso error.

La terapia de pareja funciona tan bien porque hay un árbitro en el medio, por así decirlo. Una persona neutra que trata de comprender ambas partes, hacerles ver cómo son, qué necesitan y, a partir de ahí, crear sinergias.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

18 − doce =

Scroll al inicio