La comunicación en pareja: un problema común en terapia de pareja

La mayoría de personas pensamos que tenemos una buena comunicación en pareja por el hecho de hablar mucho, lo que […]

La mayoría de personas pensamos que tenemos una buena comunicación en pareja por el hecho de hablar mucho, lo que no tenemos en cuenta es cómo lo hacemos. Normalmente parloteamos de temas superficiales, de lo que sucedió en el pasado, imaginamos el futuro, suponemos, hablamos de otros… Sin darnos cuenta de que esto, es comunicación superficial y no la comunicación que de verdad necesitamos en una relación profunda.

¿Qué es la comunicación en pareja?

terapia de pareja

La comunicación tiene que ver con lo superficial, por supuesto, pero también con lo profundo. Cómo nos sentimos, cómo estamos, qué sensación tengo ahora mismo, qué me incomoda, si tengo algún miedo, preocupación… Y esto no es nada fácil.

Piensa que a tus padres, madres o familiares directos no les han enseñado a comunicarse de forma íntima, a identificar sus emociones. Entonces, ¿cómo lo vas a hacer? ¿cómo vas a tener gestión emocional si no sabes ni lo que es?

Te va a costar un sobreesfuerzo porque necesitas aprender una forma de hablar diferente a la que estás acostumbrada. Incluso te vas a sentir vulnerable, porque vas a necesitar salir de tu zona de confort.

¿Cuáles son los estilos de comunicación en pareja?

Para comenzar, debemos profundizar en cuáles son los estilos de comunicación principales. Me gustaría contarte que hay tres tipos que se pueden combinar: asertivo, pasivo y agresivo.

Imagínate una línea en la que en los extremos están el pasivo y el agresivo y el punto medio, el asertivo. Ese punto en el que todo el mundo quiere estar, pero que rara vez lo conseguimos. Y no lo conseguimos porque no queramos, ¡ojo! Si no porque no sabemos como. Por más empeño que le pongamos, sin ir a terapia y profundizar en nuestras íntimas conexiones (como se llama mi proyecto), será complicado hacerlo solos y aún más en pareja.

¿Cómo identifico cuál es mi estilo de comunicación?

Voy ayudarte a identificarlo para que puedas entender en qué punto te encuentras.

Normalmente todas las parejas (o las que yo he tratado en terapia) tienen un estilo diferente cada una. Y, si te soy sincera, uno suele ser agresivo y otro pasivo. En mi libro 9 Claves para la Vida ,tienes un capítulo entero dedicado a esta temática con ejemplos prácticos.

Veamos a continuación dónde te encuentras, respondiendo a las siguientes preguntas con sí o no:

  • ¿Sueles ponerte a la defensiva con facilidad?
  • ¿Sueles atacar al otro, reprocharle o decir “y tú haces esto” cuando señala que algo no le gusta?
  • ¿Tu tono de voz es directo, brusco, tajante?
  • ¿Sientes que la gente habla mal de ti?
  • ¿Crees que el mundo es un lugar poco amable?
  • ¿Te cuesta llorar y vincularte con la tristeza?
  • ¿Has aprendido a luchar, a ser fuerte y tirar para adelante?
  • ¿Necesitas hablar y hablar sobre un problema? ¿Dar vueltas sobre él?

Si has respondido que «sí” en, al menos, cinco de estas ocho cuestiones, es probable que tu estilo de comunicación sea agresivo.

Estilo de comunicación agresiva

Ahora quiero explicártelo en detenimiento para que no te confundas y malinterpretes este término psicológico. Una persona que tiene este estilo es una superviviente. Ha aprendido a luchar, a tirar hacia delante, a poder con todo. Ha sido y es resolutiva, independiente, se ha sentido muy sola y le han enseñado a invalidar sus emociones. Es más, la tristeza no la suele tolerar, la suele interpretar como un mecanismo de vulnerabilidad. La autoexigencia está presente de forma constante, el síndrome del impostor y puede ser que, en algunos casos, también el modo víctima.

¿Se puede modificar? Por supuesto. Para ello necesitas mucho trabajo interior, consciencia, ser amable contigo y darte tiempo. Recuerda que puedes agendar una consulta online conmigo por si quieres evaluar este punto o profundizar en otros.

A continuación, vayamos con otro pequeño test que te ayudará a evaluar si estás en el otro extremo de la línea.

Responde sí o no a las siguientes preguntas:

  • ¿Tienes miedo a la reacción de tu compañera/o?
  • Cuando hay una discusión, ¿escapas y te agota con facilidad?
  • Si hay un problema con tu pareja, ¿prefieres evitarlo y no hablarlo?
  • ¿Evitas las discusiones?
  • ¿No soportas los gritos?
  • ¿La risa o las bromas son tu mejor escudo para salir de los problemas?
  • ¿Evitas la tristeza o el enfado?
  • ¿Prefieres la zona de confort a desafíos nuevos?

Si has respondido que sí a cinco o más de las preguntas, tu estilo de comunicación es pasivo.

Estilo de comunicación pasiva

La persona que ha desarrollado este tipo de estrategia de enfrentamiento es porque le ha venido bien. ¿Qué quiero decir? Le han enseñado que era mejor observar y callar, incluso huir. No es que no quieran solucionar los problemas, es que prefieren no enfrentarse a malas caras, gritos o formas bruscas de comunicación. También puede ser que lo que les agote sea entrar en bucle con un tema sobre el que no hay solución, o por lo menos, en un futuro próximo. No entiendo el hablar por hablar cuando hay otras personas que sí lo necesitan.

Llegados a este punto, espero que hayas podido identificar si te encuentras en un extremo, en el otro y dónde está tu pareja.

¿Y la comunicación asertiva?

Estilo de comunicación asertiva

Esta sería el estándar perfecto en una relación de pareja, de amistad o familiar. En este punto las personas se tratan con amabilidad, respeto, comprensión. Dejan que el otro termine de interceder, se escuchan, no interrumpen, ponen de su parte para reflexionar sobre qué se está diciendo, aunque no lo compartan. Lo bonito de la asertividad es que puedes respetar, escuchar, no estar de acuerdo y mostrarlo sin tener que convencer al otro para que responda y piense igual que tú. Este es otro problema común en la terapia de pareja: las expectativas sobre el otro. De esto hablaremos en otro artículo.

¿Crees que la comunicación en pareja soluciona todos los problemas?

Igual no los soluciona todos, pero te aseguro que la mayoría sí. Si fuésemos más asertivos, más empáticos, más amables y compasivos tanto con los demás, como con nosotras, sería todo mucho más fácil.

Todo se resume en que necesitamos tener voluntad. Si decides ponerle solución a un problema, debes querer y poner empeño. No puedes decir “es que el otro hace A, B y C y yo quiero que haga Z, S y W”. No hay que mirarse el ombligo. Cada parte debe hacer terapia individual para conocerse, aprender sus estilos, comprender cuáles son sus patrones y después, podemos comenzar a crear puentes entre ambas partes.

Eso sí, recuerda: el ponerte a la defensiva o el evitar el problema no nos va a llevar a ninguna parte. En una relación de pareja necesitamos ser vulnerables, abrirnos completamente y crear esa íntima conexión. Solo así, sucederá la magia.

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