Cómo poner límites en la pareja sin sentir culpa: una guía práctica

Poner límites no es egoísmo, es una forma de respeto hacia ti misma. Sin embargo, para muchas mujeres, poner límites […]

Poner límites no es egoísmo, es una forma de respeto hacia ti misma. Sin embargo, para muchas mujeres, poner límites sin sentir culpa sigue siendo una tarea complicada. En consulta escucho frases como: “Si digo que no, me siento mala persona” o “Me cuesta pensar en mí porque temo decepcionar a los demás”.

La realidad es que nos han enseñado a cuidar, complacer y priorizar al otro antes que a nosotras mismas. Pero ese patrón, sostenido en el tiempo, nos desconecta de lo que necesitamos. Aprender a poner límites es una forma de volver a ti, de decirte “yo también importo”. Aquí vamos a repasar qué puntos es necesario que tengas presentes para saber cómo poner límites sin sentir culpa.

Por qué cuesta tanto poner límites

Desde pequeñas hemos recibido mensajes como “sé amable”, “no molestes”, “ayuda siempre”, «pon buena cara» o “no hagas enfadar a nadie”. Esos mandatos nos hacen sentir que cuidar de los demás es más importante que cuidarnos a nosotras mismas. Incluso, priorizamos el «aparentar» e invalidamos nuestras emociones por el qué dirán.

Con el tiempo, esto se traduce en relaciones donde damos más de lo que recibimos, en trabajos donde decimos “sí” a todo y en una vida donde la culpa se convierte en compañera constante. Te invito a que, si estás leyendo esto, dejes un momento la lectura y repases en cuántas situaciones de tu vida ha sucedido esto. Estoy segura de que te sorprenderá.

En Intimas Conexiones, trabajo con mujeres que quieren romper este patrón. Poner límites no significa alejarte de los demás, sino aprender a estar más cerca desde un lugar más real y honesto. Socialmente se está castigando mucho el poner límites o el dedicarte tiempo, pero ojito que hay matices con esto.

Tú no estás bien todo el tiempo, al igual que yo tampoco. Por lo tanto, si quiero estar para los demás, porque me gusta, también necesito dedicarme ese tiempo consciente de autocuidado, de mimo, de soledad, de lectura, de sostén. ¡Es tan necesario esto para poder ayudar y estar hacia fuera! Y no nos han hablado de ello, por eso quiero darle el espacio que realmente se merece (nos merecemos).

Qué son los límites (y qué no lo son)

Un límite no es una barrera ni un castigo. Es una declaración de lo que necesitas para sentirte segura y en equilibrio. Poner límites es decir: “Esto me hace bien”, “esto me hace daño”, «ahora no me apetece», sin necesidad de justificarte o de pedir permiso.

Aquí quiero hacer un inciso. ¿Por qué crees que pedimos permiso o que nos justificamos? Piénsalo un minuto.

Pedimos permiso y nos justificamos porque hemos vivido en entornos en los que se nos ha reprochado el priorizarnos. Mamás, papás, amistades o incluso parejas que nos han reprochado y puesto mala cara cuando hemos dicho que «no». Por eso, hemos cargado con todo a cuestas y tirado hacia delante. Ya es hora de que a estas personas, con rasgo victimista les pongamos un poquito el límite. Para ellas/os nunca será suficiente, tenlo presente.

Aquí, debes pensar en ti porque nadie lo hará si tú no lo haces y, aunque al principio genere incomodidad, con el tiempo se convertirá en una práctica de amor propio.

Cómo poner límites sin sentir culpa: una guía práctica

Aprender a poner límites requiere práctica, conciencia y, sobre todo, amabilidad contigo misma. Aquí te comparto cómo poner límites sin sentir culpa: una guía práctica con algunas claves que pueden ayudarte a hacerlo de una forma más sana y consciente.

1. Reconoce lo que te incomoda

La culpa muchas veces aparece porque no estamos acostumbradas a escuchar nuestras necesidades. Antes de poner un límite, necesitas identificar qué te está incomodando. Pregúntate:

  • ¿Qué me está costando aquí?
  • ¿Qué necesito realmente?
  • ¿Estoy actuando desde el miedo?
  • ¿Me estoy priorizando?

Desarrollar esta consciencia hacia ti misma, escuchando más tu cuerpo, tu sentir es el primer paso para poder expresarte con claridad. Por supuesto, primero deberás ser consciente hacia ti, luego ya vendrán los demás.

2. Da valor a tus emociones

Tu enfado, tu cansancio o tu frustración no son un problema: son señales. Cuando aprendes a ver las emociones como mensajeras, no como enemigas, comienzas a comprenderte mejor y a actuar desde la coherencia.

Probablemente hayas nacido en un entorno donde se hayan invalidado las emociones, se hayan burlado de ti y hayan ido en piloto automático. Ahora que, ya eres consciente de que el mundo no funciona así y de que quieres MÁS y MEJOR para ti, puedes comenzar a dedicarle espacio y tiempo de consciencia.

Si al principio no identificas las emociones debes saber que es normal. Yo cuando empecé a hacerlo conmigo misma tampoco era consciente. El tiempo, el cariño y el autocuidado te traerán a la luz muchas cosas: emociones, situaciones, dualidades… E irás comprendiendo todo poco a poco.

3. Empieza por límites pequeños

No hace falta empezar con grandes conversaciones. Puedes comenzar con cosas cotidianas. Po ejemplo, decir “no” a una invitación si estás cansada, pedir ayuda en casa o tomarte un espacio para ti sin justificarte. Esta última es tan sencilla como decir «me voy a dar un paseo», «me voy a tomar el aire», «voy a meditar, por favor, intentad no hacer ruido». Es más sencillo de lo que parece, lo que necesitamos es que los demás tomen consciencia de ello también.


Cada pequeño límite refuerza tu autoestima y te enseña que ponerlos no te hace egoísta, sino coherente con tu ser y tu esencia.

4. Cuida el cómo lo comunicas

No necesitas justificarte ni pedir perdón por tener límites. Basta con expresar desde la calma y la claridad.
Puedes usar frases como:

  • “Ahora no puedo, pero gracias por pensar en mí.”
  • “Prefiero hacerlo de esta manera.”
  • “Necesito un momento para mí.”
  • «Qué te parece si nos vemos el domingo para desayunar?»

Revisa el artículo sobre estilos de comunicación. Muchas personas se encuentran en un estilo agresivo, muy directo a la hora de comunicarse. Podemos ser asertivas y firmes sin necesidad de ser tajantes. Por supuesto, depende de la situación y de los interlocutores.

5. Aprende a sostener la culpa

Sí, al principio la culpa aparecerá. Es normal. Tu mente está rompiendo un patrón de años, de cuando eras pequeñita probablemente.
La clave no está en eliminar la culpa, sino en comprender que llevas años realizando lo mismo y que por fin, estás trayendo luz a tu vida.

Recuerda: sentir culpa no significa que estés haciendo algo malo, sino que estás comenzando a priorizarte.

6. Revisa tus creencias

Pregúntate, ¿de dónde viene la idea de que cuidar de ti es egoísta? Tal vez lo aprendiste en casa, en la escuela o en tus primeras relaciones. Desmontar esas creencias es un proceso terapéutico que requiere conciencia y de acompañamiento. Cuando puedas ir desenredando toda esa maraña de hilos, encontrarás paz, mayor claridad y comprensión a tu vida.

No actuamos como actuamos «porque sí». No. En eso estamos equivocados. Hemos sido enormemente condicionadas/os por nuestra familia, nuestro entorno, la sociedad… Cuesta mucho desprenderse de ciertas cosas y buscar la voz real de entre todas. Aquella que es tuya. Aquella que prueba, es rebelde, da vueltas, piensa diferente o se permite hacerlo. El experimentar diferentes situaciones, acciones, respuestas, actividades… Te ayudará a encontrarte.

7. Busca acompañamiento si lo necesitas

Poner límites remueve emociones muy intensas como el miedo al rechazo, inseguridad o tristeza. No tienes que hacerlo sola. En mis sesiones de terapia individual, trabajamos para fortalecer la autoestima, regular la culpa y aprender a comunicarte desde la autenticidad. Todas las personas tenemos un pasado. Todas lo hemos hecho «bien» y «mal». Te aseguro que no hay nadie libre de culpa como dice alguna religión. Todas hemos actuado en ciertas circunstancias por supervivencia, por amor, por desconocimiento. Necesitamos ser más comprensivas y compasivas con nosotras y dejar de estar sacando el látigo continuamente para culpabilizarnos más.

Si sientes que este tema te resuena, puedes reservar una cita online conmigo. Juntas podemos revisar tus patrones, tus emociones y construir una forma más amable de relacionarte contigo y con los demás. De verdad que no tienes por qué hacer este camino sola.

Poner límites también es amor

Decir “no” puede ser una de las formas más poderosas de decir “sí” a ti misma. Cada límite que pones con respeto te devuelve energía, claridad y equilibrio. Estás aprendiendo a cuidarte, a mimarte, a estar por y para ti de forma incondicional, como seguramente tú sí has estado para otras personas.

Recuerda que los límites no alejan a las personas adecuadas, las acercan desde un lugar más real, más consciente.

Preguntas frecuentes

¿Por qué me cuesta tanto poner límites?
Porque te enseñaron a priorizar el bienestar de los demás antes que el tuyo propio.

¿Cómo puedo dejar de sentir culpa al decir que no?
Entendiendo que la culpa es una señal de cambio. Estás dejando de ser «la niña buena» que te obligaron a ser o que pretendieron que fueras. No hay nada de malo en ser rebelde, en probar nuevas circunstancias, en ser tú de verdad. En terapia te ayudo a liberarte de la culpa, a integrarla y transitarla sin dejarte dominar por ella.

¿Puedo poner límites sin parecer fría o distante?
Sí. Se pueden poner límites desde la calma, la empatía y el respeto. Ten presente en todo momento la comunicación asertiva, amable y comprensiva.

¿Qué pasa si los demás no respetan mis límites?
Es importante mantenerlos y comunicar con claridad tus necesidades. No todos estarán cómodos con tu cambio y eso te traerá mucha luz sobre las relaciones que te rodean.

¿La terapia puede ayudarme a poner límites?
Sí, te ayuda a fortalecer tu autoestima, a reconocer tus necesidades y a expresarlas con seguridad.

Si todo esto que te he comentado te ha resonado, echa un vistazo a la sección de consulta online individual o a mis tres libros publicados. En los dos últimos «Vivir siendo libre» y «9 Claves para la vida» hablo precisamente de esto, de aprender a poner límites, ganar confianza y quererte por cómo eres.

Espero que esta lectura te haya ayudado 🙂

Te envío un abrazo enorme!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

12 − 11 =

Scroll al inicio